La perfección del cante español
de nuestros canarios exige la reforma del Código
Por Cayetano Pérez Manso
Revista Pájaros nº 16, 1961
En un artículo, publicado en Pájaros
no hace mucho tiempo, dije que en Asturias había muy buenos
canarios de canto español, y confiaba en que pudieran oírlos
en el Concurso Ibérico que se celebró en Valencia.
No fue posible que los escucharan en Valencia por dos razones: una,
porque no se pudo enviar más que un pequeño lote de
pájaros y les afectó mucho el largo viaje, y no cantaron;
y otra, porque, posteriormente se habría de celebrar nuestro
Concurso local, y los poseedores de los mejores ejemplares se retraen
cuando hay que enviarlos en desplazamientos largos exponiéndolos
a contratiempos, temor justificado sobre todo cuando a la distancia
hay que añadir grandes diferencias de clima. No obstante
ello, mi afirmación de que en Asturias hay muy buenos canarios
de canto español se ha visto plenamente confirmada en nuestro
Concurso, celebrado en febrero de este año, en el que lo
han podido contrastar, con plena autoridad, nuestros entusiastas
y queridos amigos los señores Drove, Rico y Ruiz, que quedaron
gratamente impresionados por un buen número de pájaros
que en su canto intercalan con profusión una serie de bellos
sonidos y algunas '"frases" -valga la expresión, pues se
parecen mucho a la palabra-, unas, muy semejantes a los de los pájaros
silvestres, aunque mejorándolos; y otras, completamente originales.
Se han hecho muchos comentarios sobre el origen
de estos canarios e incluso se ha suscitado alguna controversia
sobre este punto, disputándose unos su descubrimiento y otros
su origen; pero lo cierto es que la mayor parte de esas notas existen
en nuestros canarios hace varios años, y si los que las emiten
no fueron destacados antes se debe al que al ser juzgados con arreglo
al Código en vigor no podían sobresalir, ya que no
tenían el repertorio que en él se les exigía.
Me explicaré: estos pájaros tienen un bonito conjunto
de los llamados floreos o notas lentas, pero carecen de algunas
notas que aunque de baja puntuación influyen en la calificación
final, que resulta siempre más baja que las de otros que
teniendo un canto más vulgar están seleccionados con
arreglo al Código.
Y, llegados a este punto, nos surge la interrogante
¿por que han llamado la atención estos pájaros a quienes
son autoridad en la materia por sus conocimientos, gusto al juzgar
el canto del canario y sus oportunidades para contrastar valores
en los frecuentes desplazamientos a los Concursos? A mi juicio,
por la musicalidad, la armonía y la difícil facilidad
que tienen para emitir una serie de bellas y variadas notas de las
llamadas lentas o floreos. Muchos aficionados, e incluso los profanos,
opinan que es aquí donde radica el mérito de nuestros
canarios españoles, en esos floreos, esas notas con eco,
en toda esa serie de sonidos en que hay armonía, gusto, dulzura
y que son, en una palabra, gratos al oído, que no cansan
y que se desea que el pájaro los repita, en contraste con
esos otros sonidos que por su rudeza, monotonía y persistencia
se convierten en un atentado al buen gusto y hasta en un tormento
para los nervios del que escucha.
¿Es justo que se premien esas notas duras y desagradables
y que su puntuación influya definitivamente en el resultado
de un concurso?
¿Vamos a seguir poniendo en primer lugar de los
concursos a pájaros vulgares por el hecho de tener un repertorio
prefabricado?
¿Triunfa el artista que canta la partitura sin
modificar una sola nota, o aquel que con su gusto y sus inflexiones
de voz '"llega" más agradablemente al auditorio?
Hemos de meditar sobre lo que queremos conseguir
con nuestros canarios. Si pretendemos que los concursos sean como
una carrera de obstáculos lograremos probablemente un canario
tipificado, estandarizado, pero monótono en su uniformidad;
parece más lógico que lo que tratemos de conseguir
sea un canario de canto agradable, variado, y que no sólo
sea apreciado por los técnicos, sino por el profano, que
tan sólo puede juzgarlo como agradable o desagradable al
oído.
En el Código actual se aprecia una tendencia
muy marcada a eliminar todo lo que pueda parecerse al Roller. Ahora
bien, el origen del canario es el mismo para todas las modalidades
de canto, y siendo esto indudable, ¿cómo va a ser posible
establecer una diferenciación, una delimitación tan
tajante en dos variantes de una misma cosa? Esa repulsa sistemática
a todo lo que se parezca al canto Roller, esta fuera de lugar porque
carece de fundamento y revela una terquedad injustificada desde
el momento que muchos, que son considerados como autoridades en
la materia, reconocen la similitud en muchas notas.
El canto Roller está compuesto de pasajes
en tono grave, reposado e incluso melancólico. ¿Por que no
puede tener el canario español un repertorio parecido sólo
que cantado en otro estilo y con otro ritmo y tono más alegre?
No pretendo con lo dicho que se eliminen del Código
una serie de notas comunes a nuestros canarios y que incluso tienen
que servir de apoyatura y relleno del canto; pero sí que
se les de una puntuación mínima a las notas vulgares
que no tienen dificultad y que son inevitables, aumentando la puntuación
en las de mérito, que son precisamente las que no pueden
dar mas que aquellos pájaros que tienen facultades y condiciones
para emitirlas y con ello compensar las de poco valor que puedan
omitir y que en realidad no son precisas para que sea un buen cantor.
Sería de desear que aquellos que mantienen
criterios muy distintos a los expresados, nos honraran con sus opiniones
exponiéndolas en nuestra Revista para contrastar puntos de
vista y, en definitiva, decidir unas normas que sirvan de cauce
para conseguir lo que cada uno, a su modo, desea, y que no es otra
cosa que perfeccionar nuestros canarios de canto español.
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