Superación del canto del Canario del País
Por Santiago Ruiz Ruiz
Revista Pájaros nº 15, 1961
No es ésta precisamente la época
para escribir sobre pájaros otra cosa que no sea el balance
de la temporada de cría, bien en la cantidad de los habidos,
o sobre los problemas para conseguirlos.
Ahora no dedicamos nuestra atención canaricultora
mas que a conseguir buenos ejemplares para que puedan competir en
lo venideros Concursos y que su calidad destaque para optar a los
premios que se otorgan a los mejores.
Si, no obstante, hacemos un pequeño examen
de la pasada temporada, parándonos en comparaciones con las
precedentes, y nos producimos con entera objetividad, vendremos
a obtener un descorazonador resultado de nuestro análisis;
no hemos conseguido nada que no sea lo que veníamos teniendo
año tras año-salvo raras excepciones-, y nuestra afición
al canario del país, cada vez más extendida, no logra
más que medianías en calidad, con un desconocimiento
casi absoluto de lo que tiene que ser un buen pájaro del
país.
¿Causas? Todos las conocemos y no intentamos solucionarlas.
Mayormente el afán comercial tan desmedido por parte de algunos
"aficionados", que se titulan así para explotar a los que
no los conocen, con el consiguiente perjuicio para todos. Conocemos
el caso de "aficionados de solera", que después de predicar
durante mucho tiempo sobre la metalicidad del canto en el canario
del país, han variado su primitiva opinión y tratan
de conseguir ejemplares de mayor "pastosidad" en su voz mediante
el cruce con canarios Roller. Es uno de los muchos casos que podían
servir para ilustrar un extenso artículo en el que se tratase
sobre el estado actual de nuestra afición.
Hay otro problema aún mayor que esta actitud
parcial que anteriormente esbozamos. Se trata del Código
de Canto para pájaros del País. El que actualmente
tenemos en vigor está fuera de uso cuando tenemos que juzgar
algún ejemplar de categoría. ¿Cómo vamos a
encuadrar y a puntuar notas que no existen en dicho Reglamento,
y que en el mejor de los casos tenemos que asimilar a las que existen,
con el consiguiente falseamiento de ellas para el auditorio que
escucha a los ejemplares y al mismo tiempo para su dueño?
Es éste uno de los mayores problemas que actualmente tenemos.
¿Vamos a seguir contentándonos con los vulgares y estridentes
chaus-chaus y piaus-piaus?
No digo nada sobre las famosas "castañuelas"
que son una de las notas de mayor puntuación y que pocos
saben distinguir y mucho menos explicar el porqué de tan
elevada apreciación, puesto que cada uno lo interpreta a
su manera, sin que exista nada básico en ella que pueda motivar
su actual denominación en el Código.
En fin, sería interminable seguir exponiendo
uno por uno los motivos que nos inducen a pensar en la confección
de un nuevo Código. Yo sólo invito a amigos y contradictores
de mi idea, a mantener un cambio de impresiones sobre ella -que
bien pudiera ser una vez transcurrido el verano-, para ver de conseguir
que en los venideros Certámenes contásemos con algo
más real que el actual Reglamento de Canto, que está
totalmente fuera de uso para pájaros de la calidad que debemos
exigir a nuestra afición.
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